Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
Rubén Darío
Cuanto tiempo ha pasado desde que nos inmortalizamos en esa pequeña playa de El Tebo, lugar donde vivimos tan gratos momentos. Esa tarde en particular el cielo nos regaló una luz hermosa de atardecer plena de arreboles.
2 comentarios:
Que les parece?
Teníamos buena pinta, años y kilos menos...
De acuerdo menos uno.....en la pinta digo yo.
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